
Érase una vez tres amigos que decidieron hacer un viaje mochilero juntos, con el propósito de conocer un poco más su tierrra, un viaje que en principio duraría toda una semana.
Un buen día, a media tarde, después de haber andado debajo del sol abrasador de la mañana, se encontraron una moneda tirada en el suelo. Los equipajes que prepararon para la aventura eran mínimos, y se encontraron con que no tenían mucho dinero. Así que empezaron a discutir en qué podrían gastarse aquella moneda.
- Yo necesito algo dulce para comer.- advirtió el primero
- No, yo quiero varias cosas dulces para comer.- aclaró el segundo.
- Yo discrepo.- saltó el tercero.- Yo quiero comida que apague mi sed.
De pronto, paseando por un camino cercano, vieron a un hombre, en aparencia un hombre sabio. Se acercaron a él, le explicaron la situación y le pidieron ayuda. "¿Quien ha tenido la mejor idea para gastar esta moneda? ¿Quien se la merece más?"
- Puedo satisfaceros a todos.- les aseguró el sabio
Fue a una tienda de comestibles en un pueblo cercano, y los tres amigos le siguieron. Con la moneda, compró un racimo de uvas, que dividió entre los tres.
- ¡Esto es algo dulce para comer!.- exclamó el primero, contento.
- ¡Estas son varias cosas dulces para comer!.- gritó agradecido el segundo.
- ¡Y esto es comida con la que apagar mi sed!.- dijo el tercero.